martes, 24 de junio de 2014

'Hotel California' de Eagles No Es Original




Al menos es lo que piensa el flautista no de Hamelín pero sí de los míticos Jethro Tull, Ian Anderson. Y motivos no le faltan como se puede comprobar más abajo al enfrentar acordes tanto del éxito atemporal de los californianos Eagles, con el We Used To Know del álbum Stand Up de los británicos en 1969, dicho sea de paso una joya.

Son acordes que sospechosamente tratados en secuencias distintas y con un tempo igualmente variado en un contexto dispar no dejan de asemejarse unos a otros. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?. Pues está bien claro que los primeros en parir la cosa fueron Jethro Tull.

Motivos no le faltan porque en los años en que ambos grupos estuvieron coincidiendo en escena, alguna impronta debió alcanzar a Don Henley -coautor principal de Hotel California- que escuchaba este tema una y otra vez. Dice Anderson que el subconsciente es así. Que no debe haber intención de plagiar, sólo que acordes hay miles y a veces coinciden. Muy diplomático.

Sea como fuere al cabo de los años y desempolvando viejos vinilos y apretándose a la escucha detectivesca de ambos cortes es cierto que similitudes las hay. No hay forma de demostrar nada que constituya algún tipo de acción punible, además Anderson se ha apresurado a declarar que lo considera un homenaje.

A continuación tú mism@ puedes comprobar la cercanía de los susodichos acordes. Primero Hotel California, después We Used To Know. Que haya suerte en las pesquisas.





martes, 17 de junio de 2014

El Extinto Gusto Escénico




Ya ha llegado. La polvareda del rastro se va viendo a decenas de metros de distancia. Jalonada por la algarabía informe que va coreando tanto ruido como sequedad en la boca. El tumulto provoca curiosidad. Y los más viejos del lugar, que alguna vez fueron felices en el anonimato, ya no se sorprenden.

La colas dan la vuelta a la manzana, en otro tiempo mordida por la necesidad. Pero ahora bulle nerviosa y engalanada con su mejor cotidianeidad, curiosa por el revuelo.

Por fin las bocanas terminan de engullir el hormigueo incesante apostado a las puertas desde varias horas antes. Parece que merecerá la pena. Si no, para qué tanta expectación. Efectivamente debe merecer la pena. Aunque no se sabe bien de qué se trata.

Al día siguiente los noticieros dan cuenta de primera mano y fila cerca del escenario de lo acontecido. Una joven evoluciona en la tarima de forma procaz, con adornados por explícitos gestos obscenos a los que responde enloquecido el auditorio. Una y otra vez abducidos se repite el revoleo arriba y abajo del escenario.

Parece en ocasiones que quisiera cantar. Se llama Miley Cirus. Una joven yanqui, musa de la chiquillada en otros tiempos, que ahora todos crecidos hacen cosas de adultos. Pero lo curioso es que emite una serie de tonos vocales acompañados de algún ruido. Decididamente faltó a las clases de canto. Creo que también a las de baile.

¿Transgresión?, no. Deformación. ¿Baile Sensual?, no. Pornografía. 

En otra ocasión hablaremos de música en directo y de hábitos de canto más saludables para el oído. Esta vez no ha habido ocasión.



martes, 3 de junio de 2014

De La Mierda y el Asco




Hace unos años, y que tampoco importa cuántos, el caso es que desapareció para siempre jamás el cantautor de Chamberí Hilario Camacho. Su lucha social es conocida en el mundillo artístico. No fue el primero y tampoco es el único que paseó sus reivindicaciones juveniles guitarra en mano en ambientes universitarios. Y todo para nada, debió pensar cuando se quitó la vida dejando manuscritas palabras como está claro que este es un mundo de vividores.

Acudiendo ahora al recetario poético de Neruda puedo decir, podría decir que este es un mundo maravilloso, y que la generosidad, bondad y humanidad son... Son nada. No tienen valor salvo que haya un contrato de por medio. Aún así se rubrican en su mínima expresión.

Es una relación directamente proporcional. A más estrellas pecuniarias tenga el susodicho contrato, más atención te van a dedicar. Como las estrellas Michelín, que garantizan un mínimo de calidad al restaurante de turno en función del número de ellas que ostente.

El trato humano se ha convertido en moneda de cambio. Si me sirves al otro lado, te ayudaré a cruzar la frontera. Una vez allí me rendirás cuentas. Si te atrapan será tu problema. El contrato no contempla la ayuda humanitaria. No se supone, como antaño el valor al soldado.

Es triste pero si el acuerdo contractual es sustancioso, viviré sólo y únicamente para ti. Si caes en desgracia por razones de edad, raza, sexo o condición social mejor será que hayas firmado la cláusula adecuada. Y no te equivoques al pulsar la tecla de la dichosa cláusula que firmado queda y después si te vi no me acuerdo.

El trato queda cerrado, el negocio está hecho. Dan igual los actores y las mercancías -a veces se confunden ambas-. Si tienes dinero y necesitas tres pruebas diagnósticas habrás tenido suerte; si sólo firmaste para una nada más, date por sodomizado, y por supuesto sin anestesia...

De la media jornada hablaremos en otra ocasión, que no quisiera yo hoy verme como escribió el sabio Antonio Gala... no pasa nada, sólo que hoy te has levantado un poco triste. Sal fuera, como si tal cosa, ¿es que algo sucedió?, nada en absoluto. Pues ve, y que nadie sepa que hoy saliste a la calle contigo muerto a cuestas... 

Mis disculpas a Gala por interpretar sus palabras. Todo el asco a los que comercian con la vida humana y se venden al mejor postor contractual. Me ahorro los detalles. A buen entendedor...