domingo, 3 de noviembre de 2013

La Ciudad Viva, Hermoso Ruído



A veces uno no tiene nada mejor que hacer que darse una vueltecita por la ciudad por el simple placer de disfrutar de sus calles, sus gentes, la temperatura que al menos en este día de otoño acompaña mientras vas descubriendo como la morfología de ambos, ella y yo, va cambiando a la par.

Aparqué el coche. Misión casi imposible cuando pretendía hacerlo en cualquier calle al azar como antaño, ¡inocente de mi!. Ya había olvidado que la ciudad es coto privado de la amenazante grúa municipal, agazapada tras cualquier esquina esperando exactamente a que tú llegues.

Y la verdad, todo repleto de todo. De coches, de niños, de papás que corren exhaustos tras ellos mientras la mamá de al lado hace malabares imposibles para que el niño tome la merienda; la pareja de más allá que de la mano se dedican todo tipo de recatados gestos de amor y sus antagonistas, también enamorados pero que atornillan sus labios sin pudor alguno.

La ciudad bulle. Los comercios rebosan. Al menos aún no ha desparecido el ritual de pasar a preguntar precios y de paso probarse el vestidito, traje o chupa que de seguro sabemos que no podremos comprar, pero que al menos nos deja con la satisfacción de haber podido vestir un traje carísimo de ultimísima moda por un momento, minutos que al resignado vendedor se le antojan un mundo mientras ufanos hacemos pasarela en un metro cuadrado frente al espejo.

Pero lo importante es que en ese ensimismado ir y venir pareciera que la crisis no existiera durante esas pocas horas del día. Vivir hay que vivir y lo podemos observar en las típicas tascas. Si no hay para dos, pues ya con una vas bien servido y feliz con una charleta mientras disfrutas del momento.

Por unas horas has tenido la sensación que John Lennon debió de sentir igual cuando escribió Imagine. Y que al llegar a casa pensó que escenas así jamás deberían hurtarse por intereses espurios; algo que Louis Armstrong también debió imaginar cuando cantó con tanta dulzura  What a Wonderfull World .

Porque la vida es sueño y lo sueños, sueños son, que al menos nadie nos impida siquiera poder imaginar un mundo mejor, incluso maravilloso... A fuerza de practicarlo igual los sueños dejan de serlo para convertirse en realidad. Que nos quede al menos París.


No hay comentarios: