sábado, 17 de julio de 2010

Kenny G y El Encanto de los Dioses


Decir Kenny G es lo mismo que tocar el cielo un poquito cada vez. Este hombre natural de Seattle, estado de Washington en USA, se ha entretenido en sus años de carrera, que comenzaron a mediados de los setenta acompañando a Barry White, en vender más de 80 millones de copias de sus discos basados exclusivamente en el saxo. Siquiera otros reputados intérpretes del seductor instrumento como David Sanborn lo han logrado.

Como siempre te digo para más información ahí está la web oficial del músico. Pero para otros detalles ya te los avanzo yo. Si uno no tiene la capacidad de reinventarse, poco consigue. Y Kenny tiene ese toque especial y la virtud de acompañar el sonido de su saxo de adornados arreglos que hacen un soporte más que atractivo para su apoyo y en un instrumento que por sí mismo durante todo un larga duración pudiera resultar monótono.

Es así que a lo largo de todos estos años ha logrado triunfar tanto es listas Pop, como Fusion, New Age e incluso del Jazz más amable y seductor llamado Smooth Jazz. Introduciendo líneas melódicas para 'corregir' la aparente anarquía del jazz más clásico y rodeándose de buenos músicos y colaboraciones vocales para desarrollar una técnica incomparable e intransferible.

Su saxo soprano tiene un sonido distinguible, acariciador, muy peculiar y es capaz de mantener una nota suspendida más allá de la capacidad pulmonar al uso mediante una técnica fácil de explicar pero complicada de desarrollar, es decir, consigue respirar entretanto mantiene la nota.

Kenny G ('G' por su apellido Gorelick) se convirtió en una rutilante y singular estrella internacional y a pesar de un descanso de diez años durante la primera década del siglo XXI no ha perdido su encanto regalándonos en los últimos dos varias joyas inigualables otra vez. Rhythm & Romance (2008), basado en canciones de amor latinas y el publicado hace un par de semanas Heart & Soul, un disco impecable de eco romántico para una velada, o mediodía, o amanecer de verano, invierno... De nuevo una delicia para soñar despierto.




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